domingo, 8 de abril de 2012

Hechos 7, 21





"E hicieron aquellos días un becerro y ofrecieron un sacrificio al ídolo e hicieron una fiesta a la obra de sus manos"


Dios mío, sabio eres tu que nos conoces y sabes quienes somos, "mis ovejas conocen mi voz", y por esto nos mantienes en la fe, conociendo tu amor día a día pese a saber que somos pobres siervos que nos hacemos mas que resistirnos a la obra de tus manos. Hemos hecho un becerro de nuestras vidas señor, del dinero, del sexo, del trabajo, de nosotros mismos. Ya no te adoramos mas a tí sino que constantemente nos ensalzamos que queremos ser los reyes de nuestras vidas desplazándote hasta el último lugar. 

Tu eres santo señor y nos conoces, sabes de nuestra debilidad, de nuestra pobreza, de lo mucho que pecamos de pensamiento, de omisión, de palabra...Sabes que somos muy frágiles y que, por mas que intentemos alejarnos de ti tu nos llamas con la fuerza de tu amor. Te hemos dejado fuera de nuestras vidas, el mundo te niega y se revela ante la llamada de tu amor; dice el salmo "mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos", esto señor no se cumple en nosotros. Pero es que no se cumple sencillamente porque el mundo te ha matado, tienen muchos dioses pero ninguno que se asemeje a tí. 

Ninguno de ellos salva señor, solo tu nos salvas del infierno del pecado, del dolor, del sufrimiento, del sinsentido de nuestras vidas. El hombre sufre, yo sufro, la humanidad sufre simplemente porque no te conoce. Estamos engañados buscando la vida donde no está; no hay felicidad en el sexo instintivo, ni en la borrachera así como tampoco en la negación de lo que soy. Allí solo hay sufrimiento, tensión y mucho dolor. Cuando niego mi vida, mi historia no solo niego lo que soy sino que también te niego a tí que "me llamas con la fuerza de tu amor". 

Mi vida está al borde del precipicio solamente porque te niego, niego tu intervención en mi vida y niego que yo solo no puedo. Nadie puede sobrellevar el peso de la cruz por sí mismo, todos necesitamos de Dios, de ti que nos amas. Ya tu Santa Madre Dios mio, María, nos marcó el camino en las bodas de Canaán: "Hagan lo que el les diga". Tu mismo hijo, Jesucristo nos señaló cuál es el camino: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Señor Jesús tu eres la puerta, el hijo de Dios que nos llamas por amor y nos rescatas del llanto, recordándonos que "al ir se va llorando pero al volver de tu seno se vuelve cantando" tus alabanzas.

Dios mío, rescátanos de nuestra pobreza, rescátame a mí de mi pobreza para que algún día pueda entrar en comunión contigo. Perdona que me ensalce y haga de mi un ídolo, un pobre becerro que está destinado a la muerte porque tu lo dijiste: "del polvo has venido y al polvo retornarás". Espero que cuando me llegue la hora señor a mí y a cada uno de mis hermanos tu nos bendigas y tu amor nos acoja. Señor sana a cada uno de los que caminan sin rumbo y recuerda que tu eres "el buen pastor", llámalos a cada uno a tu rebaño para que sean, seamos todos juntos parte de tu rebaño santo. Amén.

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